Ruth en tiempos de Shavuot

11/Jun/2024

Por Prof. Esc. Esther Mostovich de Cukierman, para CCIU

Por Prof. Esc. Esther Mostovich de Cukierman, para CCIU

¡Qué celebramos en Shavuot? Tres fiestas juntas. Una es la entrega de la Torá al pueblo Hebreo en el Monte Sinaí. También en esta misma fecha recordamos desde tiempos inmemoriales, dos celebraciones agrícolas del Medio Oriente que la Biblia establece como fiestas de agradecimiento al Señor: por las primicias de las frutas y por la cosecha de los cereales.

Una visión de esta última celebración se puede leer en la Biblia en el Libro de Ruth, que describe la cosecha de la cebada en la tierra de Israel hacia el año 1.000 a.e.c.

En la Biblia, Ruth es una mujer del reino de Moab que será la bisabuela del Rey David, por obra y gracia de un matrimonio que se cumple sólo después de realizar la ceremonia de “jalitsá” (descalzadura), que tiene un profundo significado simbólico.

El episodio sucede en la época que en Israel gobernaban los Jueces, alrededor del año 1.000 a.e.c, o tal vez antes.   Elimelej, su esposa Naomi y sus dos hijos varones, son hebreos de la tribu de Judá que se van desde Judea a Moab impulsados por el hambre. Allí los dos hijos se casan con mujeres moabitas.  Ambos hijos mueren sin dejar descendencia. Es así que quedan solas tres viudas: Naomi con sus nueras Ruth y Orfa. Naomi decide volverse a Judea, donde tiene familia, y sus dos nueras quieren seguirla. Naomi les plantea claramente la situación a la que se arriesgan e intenta disuadirlas antes de iniciar el viaje:

– Vayan a casa de sus madres, busquen maridos, no me sigan, no tengo nada para darles, ni más hijos para que sean sus esposos.1

Ellas lloran y quieren de todos modos seguir a su suegra. Y he aquí lo que les pregunta Naomi:

– Y si me naciera a mí otro hijo, ¿ustedes esperarían por él hasta que tuviera edad para casarse? ¿Se abstendrían ustedes por su causa de tener marido?

Los rabíes interpretan en las palabras de Naomi todas las prevenciones que deben hacerse a una mujer que quiera convertirse al judaísmo para disuadirla de la empresa. Esta última sin embargo, es la pregunta decisiva que hace desistir a su otra nuera, Orfa. Las palabras de Naomi previenen: si se incorporan al pueblo hebreo tendrán que aceptar, llegado el caso, la regla más dura de todas: convertirse en “agunah” .( mujer anclada, sin marido) . Parece ser la carga más dura que tendrá que soportar una mujer si quiere ser fiel a la Ley hebrea.

Ruth contesta a Naomi: “Dondequiera que tu fueres , iré yo, donde tu morares moraré yo, tu pueblo es mi pueblo y tu Dios mi Dios”  y con eso resulta suficiente para que ella ingrese al pueblo hebreo, en ese entonces la ceremonia de conversión al judaísmo no era necesaria.  Las dos mujeres empiezan el largo camino a pie, desde Moab hasta Judea.

Boaz, en Judea. 

Las dos mujeres llegan a Judea y Naomi impulsa a su nuera Ruth a buscar la compañía y protección de Boaz, pariente lejano de su difunto hijo. Boaz asume la situación exhibiendo justicia y conocimiento de la ley del pueblo cananita que desde antiguo se observa en esa tierra y aparece actuando como juez en el caso, lo cual todo el pueblo presente acepta. (En la ley cananita la obligación de casarse con la viuda sin hijos para traer al mundo un hijo “a nombre del fallecido” era del pariente más cercano al hombre muerto). En la ley hebrea, esa obligación sólo corresponde al hermano del difunto. ¡No olvidemos que en ese entonces, se aceptaba la poligamia para los hombres! En ambas legislaciones, para quedar libre de casarse con otro hombre, la viuda necesita la ceremonia de “levirato”, que explicaremos).

Ruth Rabba (El midrash – investigación) del libro de Ruth agrega que Boaz tenía 80 años y Ruth 40 cuando ellos se conocieron. Algo más: Naomi y Ruth llegaron a Belén el día que Boaz acababa de quedar viudo, por eso él dormía solo en su tienda y siguiendo el texto bíblico, Ruth se pudo acostar a sus pies durante la noche. Ruth Rabba agrega que Boaz se despertó en medio de la noche al sentir un cuerpo dentro de su lecho, temió que Ruth fuera un diablo que venía a tentarlo, pero después de acariciar sus cabellos se convenció de que era una mujer. (Porque los diablos son calvos y tienen piernas peludas y Ruth no era calva, agrega castamente el midrash).

Las hagadot (investigaciones) sobre Boaz y Ruth se desparraman por varios tomos del Talmud.2 Boaz era un hombre ya anciano, triste por su viudez y además por la muerte de sus sesenta hijos, cuando conoció a Ruth.3

¡Sesenta hijos muertos! ¿De qué? ¿Cómo, por qué? Hambre no hay, desde que se relatan buenas cosechas. ¿Guerras, tal vez? Los Jueces eran líderes de combate que elegían las tribus hebreas, para enfrentar a los vecinos atacantes en las guerras. Miles de hebreos morían en ese entonces por ataques de pueblos vecinos.

Según el Talmud,4 Boaz pensó muy bien si debería casarse con una mujer tanto más joven que él y en sueños sintió una voz que le decía: mientras te queden fuerzas, vuelve a empezar, puedes tener un hijo que te valga por todos esos sesenta que perdiste. En sueños, tuvo la visión de que de Ruth y Boaz descenderían varios reyes de Israel. Una leyenda5 dice que las seis medidas de cebada que Boaz entregó a Ruth para regalar a Naomi son el símbolo de seis reyes justos que nacerían de su simiente. Según el midrash, de la descendencia de David ya nacieron varios reyes malvados y sólo cinco justos así que aún falta el sexto Rey Justo. Los rabíes se preguntan: ¿Tal vez ese Rey será el Mesías, de la casa de David?

¿Qué ley invoca Boaz para la situación de Ruth? A pesar de que los hebreos, según la Biblia, ya habían recibido la Ley del Sinaí, vemos regir aquí la antigua ley cananita: si un hombre murió sin hijos, sus parientes, empezando por el más cercano, están obligados a casarse con la viuda para darle un hijo a nombre del difunto. Así es que Ruth no es libre de desposar a Boaz mientras esté pendiente su obligación de casarse con el pariente más cercano de su marido. Mientras este hombre, su “levir” (redimidor) no la rechace claramente, su situación es de “agunah”, mujer “ anclada”  unida a un hombre pero sin  marido ; ella está atada a ese pariente y debe esperarlo.  Ruth puede quedar libre para casarse con otro hombre sólo si su levir muere o le acepta una ceremonia de “jalitsá” (descalzadura), que tal vez podríamos definir como un repudio entre las partes.

Boaz actúa como lo haría un Juez del pueblo. Llama a ese pariente cercano y le ofrece redimir – en el sentido de adquirir – la tierra y la viuda del finado. En primer lugar Boaz le ofrece la tierra, la parcela que al muerto correspondía en Judea por herencia de sus ancestros, y luego la viuda, Ruth. Ese pariente cercano, cuyo nombre la Biblia no dice (señal de que no merece ser recordado, dicen los rabíes) acepta adquirir la tierra, pero no a la viuda. Y en el paquete Boaz ha puesto a las dos juntas, así que ordena a ese hombre que repudie a las dos. Ese repudio se hará con la ceremonia de la descalzadura.

La ceremonia de descalzadura.

Este ritual, tan antiguo, subsiste como obligatorio hasta hoy en día en la Ley hebrea. ¿Qué sentido se le atribuye? Los rabíes han encontrado respuestas diversas.

La ceremonia se discute largamente en el Talmud.6  Sin entrar en todos los detalles: hay que acudir ante un tribunal rabínico y tener además testigos para que sea válido, conseguir una sandalia de cuero para el pie derecho, que se da de regalo al cuñado, para que sea propia de él. El cuñado se la prueba para sentir que se ajusta a su pie y no le queda ni grande ni chica. Luego comienza la ceremonia. Tiene que ser de día, porque la ceremonia tiene que “verse, para que se sepa”.  Se leen en hebreo, las frases correspondientes de Deuteronomio.7  Ella pregunta: “¿Rehusa mi cuñado hacer perpetuar el nombre de su hermano en lsrael, no quiere cumplir conmigo el deber de levirato”?

Y él dice “No quiero tomarla”.

Ella se agacha y afloja la zapatilla que él lleva puesta en el pie derecho, se la saca y la arroja lejos de sí. Después escupe en el suelo (no en la cara del hombre, aclara Rashi) y todos los presentes repiten “Jalutz haal” (descalzado).

¿Alguna vez escucharon el dicho popular español “Largó la zapatilla”? Alude a que uno abandonó toda esperanza en el asunto. Es muy posible que su origen esté en los judíos de España y un midrash, interpretación rabínica que dice que sacarle la zapatilla al cuñado indica que el duelo por el muerto empieza recién ahora, cuando tenemos la certeza de que el difunto no dejará hijos que sigan su nombre. Ahora, el hermano debe llorar como verdaderamente “muerto” al fallecido, y el doliente, según la costumbre hebrea, hace el duelo sin zapatos. Este mismo midrash tiene un sentido alegórico, afirma que un hombre vence a la muerte gracias a que de alguna manera, perdura en sus hijos.

Otro midrash interpreta que aflojar la zapatilla es una indicación de la cuñada de estar dispuesta a ser su esposa, atendiendo y sirviendo hasta sus más pequeñas necesidades, como sería aflojarle el calzado. Escupir en el suelo, es la indicación de ella de que, como él la ha rechazado, él ya no merece que ella lo honre. O tal vez, como dice otra interpretación, ese escupitajo equivale a mostrarle al cuñado adónde irá todo el semen de él: a perderse en la tierra, como diciéndole: “si no quieres tener un hijo en nombre de tu hermano, tampoco mereces tener hijos propios”.

En el moderno Estado de Israel, ningún tribunal civil tiene jurisdicción en asuntos de matrimonio y divorcio, ese es tema de los Tribunales de cada religión. No hay, por ahora, matrimonio ni divorcio civil en Israel.  Tampoco en la gran mayoría de países islámicos.

El Tribunal Rabínico tiene jurisdicción cuando una viuda sin hijos reclama ceremonia de descalzadura de su cuñado. La ley del Estado de Israel permite enviar a prisión a ese cuñado que ha recibido orden del tribunal rabínico de realizar la ceremonia, si no cumple con su obligación dentro de los 3 meses de la sentencia. El Tribunal Rabínico de Israel además, emitió 2 takanot, sentencias que operan como jurisprudencia obligatoria, una en el año 1944, obligando al cuñado a pagar el mantenimiento de la cuñada si él se demora y ella tiene que esperar que él le acepte una ceremonia de descalzadura y otra en 1950 en la cual se prohibió para todos los casos el matrimonio de levirato, haciendo la ceremonia de descalzadura obligatoria para liberar a ambos cuñados, hombre y mujer.8 Esta obligación es aceptada por todos los tribunales hebreos ortodoxos alrededor del mundo.

Hasta hoy, los rabinos discuten si el matrimonio de levirato busca honrar la memoria del difunto, en cuyo caso, se cumple con la honra debida con la ceremonia de descalzadura, que debe hacerse siempre, aunque el hermano que vive sea soltero y sin compromiso, para no obligar a los cuñados a un matrimonio no deseado y es por algo prohibido en el libro de Levítico (que prohibe, caso por caso, matrimonios entre parientes cercanos). Otros rabinos opinan diferente: de ser posible, esto es, si el hermano que sobrevive no está casado y no es cohen (descendiente de sacerdotes, en cuyo caso, sólo puede casarse con mujer virgen), hay que tratar de realizar ese matrimonio. Estos rabíes se apoyan en una interpretación mística: sólo después de tener un hijo en su nombre, el alma del difunto descansará en paz.

¿Cómo termina el Tratado Iebamot (Cuñadas) este tema?  “Dice el Rabino Elazar en nombre de Rabí Janiná: Los estudiosos de Ley hebrea acrecientan la paz en el mundo”. Todos nosotros acabamos de estudiar este tema, de modo que podemos decirnos mutuamente: Gracias por ayudarme a hacer crecer un poco la paz en nuestro mundo.

 

[1]  Ruth I, 9 a 13

2 Talmud- Redacción escrita de la jurisprudencia hebrea.

3 Talmud, Tratado Baba Batra, (Daños Civiles) folio 91 a.

4Tratado Shabat, folio 113 b.

5 Tratado Sanedrin, (Tribunales) folio 93 a

6 Tratado Iebamot (Cuñadas) folio 101 a-b y siguientes.

7  Deuteronomio, capítulo 25.

 8  Ver “Jewish Law”de Menachem Elon, Obra citada, Volumen II pag 829 a 833