PESAJ y la lucha por la Libertad 

22/Abr/2024

Por la Esc. Esther Mostovich de Cukierman, para CCIU

“Durante cientos de generaciones celebramos el Seder, leímos la Hagadá, comimos matzá, el pan sin levadura de la festividad y nos reclinamos en nuestros asientos para recordar que desde hace miles de años, aprendimos y enseñamos el significado y el valor de la libertad.” En la imagen, Relieve del Siglo IVe.c. Academia de Sura en el Museo Beit Hatfusot. En el centro, rabíes (arriba) y estudiantes abajo, discutiendo. Alrededor, público escuchando

En el pueblo hebreo hemos celebrado Pesaj (Pascua) desde los tiempos más remotos, pero hasta el siglo II e.c. la Hagadá, el relato del Exodo de Egipto no tenía texto escrito. Entre mediados el siglo II e.c.  a mediados del siglo III e.c. en Judea se redacta la Mishna, primera parte del Talmud. Aquí aparecen escritas dentro del Tratado Pesajim  (Pascuas) las guías a seguir por quien toma a su cargo en la noche del Seder (celebración de Pascua) , la mitzva ( cumplimiento de la obligación):  “Y contarás a tus hijos”. Es curioso que los rabíes de la Mishna se preocupan por dejar en claro no solamente qué versículos de la Torá dirás a tu hijo, sino cómo se los explicarás. “El padre debe explicar de acuerdo al entendimiento del hijo”, dice esta guía. “Comienza por desgracia y termina por alabanza”.

La Hagadá que hoy en día seguimos casi todas las comunidades judías, fue elaborada en las academias rabínicas de Babilonia (hoy en Irak) y salvo algunos agregados posteriores, quedó finalizada alrededor del siglo VII e.c. La Hagadá recoge las tradiciones de Pesaj que llegaban desde los rabíes Rav (Abba Arija) y Samuel. Ambos vivieron desde mitad del siglo II a mitad del siglo III e.c. y fueron presidentes de las dos academias rabínicas más importantes de Babilonia en esos tiempos: las de Sura y Nehardea.

¿Qué se entiende por desgracia? Para Rabí Samuel de Nehardea, la mayor desgracia de los hebreos fueron “las cosas que otros nos hicieron”: y narraba en Pesaj: “Los egipcios nos oprimieron y nos impusieron dura servidumbre”. 1

En el comienzo de ser pueblo, los esclavos temen al faraón, no se animan a abrir la boca para desafiarlo por temor a que las cosas se pongan cada vez peor. Debido a eso el Señor, según el texto bíblico “endurece el corazón” del Faraón después de cada plaga, para que el Faraón rechace su pedido de irse y los hebreos se sientan tan oprimidos que se decidan a luchar para romper con esa servidumbre.

Por eso rabí Samuel comenzaba su narración de Pascua diciendo: “Esclavos fuimos del faraón de Egipto y es nuestro deber narrar la historia de la libertad”.

¿Qué decía Rav, presidente de Sura, la academia rival de Babilonia?  Rav entendía que la mayor desgracia de los hebreos fue “las cosas vergonzosas que hicieron por ellos mismos”. ¿A qué se refiere? A ser idólatras.  Por eso comenzaba la narración de Pascua diciendo “Antes de Abraham, nuestros antepasados fueron idólatras”.2   ¿Qué significa esto? Para Rav, somos judíos porque voluntariamente hemos aceptado la Torá, hemos elegido tener y temer a un Único Señor desde tiempos lejanos en que todos los demás pueblos adoraban muchos dioses. “Hijo mío”, dice el mensaje del padre a sus hijos en la mesa del Seder. “Somos lo que somos por nuestra propia voluntad y responsabilidad. Afírmate en lo que eres y de dónde vienes. Que lo sepas y así lo transmitas a tus propios hijos”.  Podemos decir que Rav estaba mostrando cómo llevar a los hechos lo que hoy llamamos identidad judía positiva.

Algunos comentaristas dicen que mientras rabí Samuel se refiere a la libertad física, Rav alude a la libertad espiritual. La que nos libera de las ataduras que nosotros mismos nos imponemos. La pregunta sigue abierta:   ¿Cuál ser humano puede considerarse libre hoy en día?

El texto de la Hagadá que hoy seguimos incluye los criterios de Sura y de Nehardea. Tal vez porque quienes compusieron la Hagadá tenían demasiado respeto a las enseñanzas de Rav y a Samuel y para no ofender la memoria de ninguno de ellos incluyeron las tradiciones que dejaron los dos. Siguiendo la guía de la Mishna, ambos rabíes terminaban con alabanzas al Señor.

Podríamos decir que frente a los ataques antisemitas de antes, hoy y siempre, el pueblo judío necesita mantener una sana y fuerte actitud y afirmación de identidad positiva. ¿Todos los judíos podemos enrolarnos en esa identidad? Hay quienes pueden y se animan, pero mucha gente por su forma de ser, se encuadra en una identidad judía pasiva, callarse la boca y no salir a pelear. Esperar a que las cosas se mejoren solas. Identidad judía conformada a través de siglos de presiones antisemitas, pogroms, expulsiones, Inquisición, legislaciones humillantes, matanzas organizadas.

¿Significa esto que los integrantes de un pueblo no somos iguales, la personalidad de cada uno es diferente? Unos tenemos una forma de ser positiva y luchadora, otros somos   más temerosos de que las cosas puedan empeorar y ¿sólo nos movemos para defendernos a último momento?

Durante cientos de generaciones celebramos el Seder, leímos la Hagadá, comimos matzá, el pan sin levadura de la festividad y nos reclinamos en nuestros asientos para recordar que desde hace miles de años, aprendimos y enseñamos el significado y el valor de la libertad.

La liberación nacional del pueblo hebreo podía haber quedado sólo para la historia y la esperanza. Pero no fue así. La evolución de la interpretación rabínica supo encarar en los derechos de independencia y libertad los objetivos del desarrollo humano, entendiéndolo como un proceso creciente de autoliberación del hombre. Se interpretaron las palabras de

Exodo 6: 6 y 7 “Te sacaré, te libertaré, te redimiré de la servidumbre egipcia y te tomaré por Mi pueblo” que están en el texto de la Hagadá, como los diferentes aspectos de la liberación nacional.  Esto podría explicarse diciendo:

Liberación política (Te sacaré de la tiranía bajo la cual estás)

económica (podrás trabajar y tener salario por tu trabajo )

intelectual ( te redimiré  de la esclavitud)

y espiritual ( te tomaré por Mi Pueblo).

La interpretación apunta a que la liberación nacional no es un suceso sino un proceso, que debe llegar a satisfacer las libertades básicas: de la necesidad, de la tiranía, de enseñanza y estudio, de expresión del pensamiento, entre otras. La apertura hacia la libertad subyace en todo el sistema de valores hebreos, subrayando la posibilidad de elegir que tiene el ser humano y la obligación de asumir las responsabilidades de la propia elección.

El texto de la Hagadá que seguimos en los países de Europa y América viene casi sin cambios desde Babilonia en el siglo VII e.c.  En distintas épocas se agregaron, además, párrafos referidos a sucesos de cada tiempo, reclamando del soberano de turno la liberación de los judíos que vivían en sus territorios. En los años anteriores a la apertura de la “Cortina de Hierro” que impedía salir a los judíos de la entonces URSS, agregábamos por y para ellos, “Deja salir a mi pueblo”. Y llegó un momento en que ¡eso sucedió!

¿Qué párrafos merecerían ser agregados a la Hagadá de este año por y para nuestros hermanos judíos retenidos contra su voluntad desde el 7 de octubre último, del otro lado de la frontera entre Israel y Gaza?

1 Deuteronomio, 26: 6.
2 Josué, 24:2-3