Historias de Lag Baomer

24/May/2024

Por la Esc. Esther Mostovich de Cukierman, para CCIU 

Por la Esc. Esther Mostovich de Cukierman, para CCIU 

A partir del atardecer de mañana 25 de mayo, el pueblo judío celebra Lag Baomer, el día 33 de la Cuenta del Omer, un día festivo en el calendario judío, celebrado con excursiones (en las cuáles tradicionalmente los niños juegan con el arco y flecha), hogueras etc, y en el que se recuerda a Simeón bar Iojái. Nuestra colaboradora, la Prof. Esc. Esther Mostovich de Cukierman nos deja sus “Historias de Lag Baomer”. En la foto: Junto a la tumba de Rabí Simeón bar Iojái en Merón durante Lag Baomer.

 A principios del siglo II e.c. Simeón bar Iojái era el alumno más díscolo y más brillante de Rabi Akiba. El más intransigente. Rabi Akiba no quiso darle el título de Rabí por su mal carácter, fue ordenado Rabí después de la muerte de su maestro. Cuenta el Talmud  [1] que en una conversación, Rabí Iehuda elogió a los romanos. “Han mejorado mucho nuestra ciudad. Construyeron calles, puentes, baños”. Rabí Yose, guardó silencio. Rabi Simeón bar Yohai, explotó. “Todo lo que hicieron los romanos, fue para su propio beneficio. Calles, para que en ellas se les pudieran ofrecer las mujeres fáciles. Puentes, para cobrar peaje. Baños, para darles gusto a su cuerpo”.

Cuando el gobernante romano se enteró de esa conversación, ordenó:

-Rabí Iehuda, que nos alabó, será representante de los judíos. Rabí Yose, que no dijo nada, irá al exilio en Séforis. A Simeón bar Yohai, ¡que lo maten!

Simeón bar Yohai se escondió en la casa de estudios, y todas las noches venía su esposa a traerle comida. Simeón lo conversó con su hijo Eleazar:

-Los soldados pueden verla y sospechar.

-Es una mujer. Si la someten a tortura, no resistirá, dirá dónde estamos y luego, la matarán.

Y Simeón ordenó a su mujer:

-No vengas más. Nos esconderemos en las cuevas de la montaña.

Dice la tradición que padre e hijo se escondieron en varios lugares hasta que encontraron refugio en una cueva de Meron, en la Alta Galilea, donde permanecieron durante doce años.   “Una fuente de agua y un algarrobo fueron creados para él”, dice el Talmud. El solo hecho de que conservaran la vida con ese magro sustento durante tanto tiempo, fue tomado como milagro divino.

Desde tiempos antiguos y hasta el día de hoy se vende té de algarrobo en la ciudad vieja de Jerusalem y sus alrededores, especialmente en los barrios árabes de la ciudad, porque el agua de las fuentes puede estar contaminada y hay que hervirla antes de tomarla. Pero en Lag Baomer es tradición beberlo, en recuerdo de Simeón bar Yohai. El algarrobo da unas chauchas pequeñas, con las que se prepara té que tiene un gusto suave, parecido a la vainilla.

Una tradición dice que mientras vivió en la cueva, Simeón bar Yohai redactó una parte o tal vez todo el Zohar, el “Libro del esplendor en el que quedaron escritas por primera vez, la comprensión de algunas de las verdades más profundas de la Torá, lo que se llama Cábala. Si bien la Cábala es muy antigua y su elaboración tiene raíces en la India, nadie puede decir con certeza desde cuándo existe ni cuándo la conocieron los hebreos. El Sod, el significado oculto de la Torá, los misterios del alma y la Creación, eran transmitidos en privado y verbalmente, a escasos hombres elegidos de cada generación.  Es muy posible que el Zohar fuera compuesto por escrito varios siglos después, en la Edad Media, pero es evidente que Rabí Simeón impulsó la difusión del misticismo hebreo, que con el transcurrir del tiempo, ganó una audiencia y enseñanza cada vez más amplia, que sigue en aumento hoy en día.

Un midrash (investigación rabínica) cuenta que al finalizar esos doce años, el propio profeta Elías  llegó de alguna manera desde el pasado a la entrada de la cueva y gritó ¿alguien puede informar a Bar Yohai  que el César de Roma ha muerto y el decreto que ordenaba su muerte ha sido revocado?

Doce años seguidos con su hijo en una cueva, estudiando Ley hebrea, sumergidos en la arena de la cueva para cuidar que no se gastara su ropa durante el día, desquiciaron un poco a Simeón. Salió y encontró gente cantando y bailando. Se enojó con ellos. “Malgastan su tiempo en tonterías en lugar de estudiar Torá”. Simeón había alcanzado tal nivel de santidad, que su sola mirada enojada, dejó a esos sencillos habitantes, reducidos a cenizas. El Señor lo reprendió. “¿Quieres destruir Mi mundo?” “¡Vuélvete a la cueva!”   Y en la cueva Simeón se quedó durante un año más, hasta que se calmaron un poco sus ánimos.

La tradición dice que Rabí Simeón falleció el día de Lag Baomer. Antes de morir instruyó a sus discípulos que observaran su aniversario de fallecimiento con alegría, porque es fecha que recuerda el punto culminante de todo lo que él logró durante su vida física. Hasta dónde llegó su entendimiento en ese punto… tal vez lo sabían sus primeros alumnos, quizás ellos lo transmitieron y algunos hombres en cada generación, lo siguen transmitiendo. En todo caso, desde ese entonces, los judíos ortodoxos jasídicos vienen en Lag Baomer de todas partes a Meron, en la Alta Galilea, y literalmente llenan la zona cercana a su tumba. Es tradición traer a los niños varones que cumplen tres años para realizarles el primer corte de cabello y quemar ese cabello en las fogatas que encienden al atardecer y continúan toda la noche. Los hombres disfrutan de su luz, beben, brindan, bailan las viejas danzas jasídicas en honor a Rabí Simeón… y el misticismo flota en el aire, de una manera que no se puede explicar con palabras.

Lag Baomer se celebra en sinagogas y barrios judíos de las ciudades de casi todo el mundo, con bailes jasídicos en que los hombres bailan, cantan y brindan. Incluso en comunidades tan severas como la de Satmar, en Monroe, USA. (A unas cuatro horas de viaje en auto desde Nueva York) esa es noche de brindar, bailar y regocijarse. Es además una de las fiestas que se celebran con gran emoción en las plazas de las Repúblicas que formaban parte de la que fue durante muchos años la URSS.

Tradicionalmente, las mujeres no bailan en público, en Lag Baomer se reúnen en alguna casa, charlan, comen dulces y bailan un rato entre ellas.  Pero en sectores de comunidades judías modernas, participan también las mujeres, la festividad se celebra en las plazas donde arden fogatas toda la noche y todos bailan y festejan. Otro detalle: No se celebran bodas ni fiestas entre Pesaj y Shavuot. Un solo día durante ese tiempo se realizan bodas, en Lag Baomer, porque es una fecha en que alegrarse es una mitzvah (deber religioso).  

Hay varias explicaciones de por qué en Lag Baomer los niños juegan con arcos y flechas. Aquí les cuento una: cuando salieron de la cueva de Meron, Simeón y su hijo vieron unos niños jugando con arcos y flechas.

-¿Qué están haciendo?, preguntaron los rabíes.

– Jugamos a los soldados para celebrar que los soldados romanos ya se fueron de nuestra tierra, contestaron los muchachos.

Cuando le pregunté a mi padre, Z’l  (que su memoria sea bendición):

-Papá, ¿cómo festejaban Lag Baomer en Polonia, en tu pueblo?

-¡Era muy divertido!, me dijo riéndose.  Si no llovía, después de comer, los varones llevábamos la reposera de lona de mi padre al bosque, al costado del pueblo. Allí, padre nos daba su cuchillo y varios metros de cuerda. Él se recostaba para una siesta y nosotros nos fabricábamos arcos y flechas con las ramas de los árboles. El cuchillo lo manejaba yo, claro está, soy el mayor de los hermanos. Los chiquitos ataban las cuerdas.

-¿Jugaban a la guerra? ¿Se peleaban entre ustedes?

-¡No! Tirábamos flechas sobre un madero pintado con círculos. Casi ninguno acertaba en el blanco, las flechas se nos caían por los costados.

-No tenían buena puntería…

– El problema no era la puntería sino esos arcos. ¡Se nos deshacían con cada flechazo!

Otro midrash dice que antes de morir, Simeón bar Yohai fue llevado por un ángel,un ayudante del Señor del Universo llamado Metatron, a un viaje por el tiempo en el cual pudo conocer  cuándo llegaría el Mesías y cuándo sería el fin del Mundo. Pero estos y otros conocimientos profundos de la Cábala, hasta ahora no se han hecho públicos. Tal vez, son conocidos por unos pocos privilegiados en cada generación.

[1] Tratado Shabat, folio  33b-34ª