La reanudación de las negociaciones directas entre Israel y la Autoridad Palestina, pueden ser la mayor prueba para Hillary Rodham Clinton, ya que consagrarían su legado como diplomática o pueden generar riesgo a sus ambiciones políticas.
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¡A la mesa!
Si alguien quiere apostar sobre seguro, y pecar de cínico en el intento, más vale que apueste sus maravedíes a que la nueva ronda de negociaciones entre israelíes y palestinos, lanzada con bombos y platillos en la sala oriental de la Casa Blanca el 2 de setiembre pasado, terminará en un rotundo fracaso. El problema es que, de todos modos, ganar esa apuesta nos deja con la pregunta de rigor: ¿qué alternativa hay a estas charlas?
Una paz que sigue distante
Es improbable que el largo conflicto entre Israel y los palestinos, eje sobre el que gira una posible disminución del belicismo y el terror que desangran al Medio Oriente, se solucione con los acuerdos que acaban de anunciar en Washington. Sería cerrar los ojos a la realidad pensar que en un año pueda alcanzarse una convivencia pacífica después de casi un siglo de confrontaciones, que empezaron después de la primera guerra mundial y se multiplicaron desde la creación del Estado judío en 1947. Estados Unidos presiona por una solución. Pero aunque no llegue, necesita igualmente mostrar que está haciendo el esfuerzo. Es una forma de tratar de atenuar la hostilidad de gran parte del mundo islámico, en el que enfrenta la guerra en Afganistán, el incierto futuro de Irak y la eventual amenaza nuclear de Irán.
Un desafío para titanes
¿COMO HACER POSIBLE LO IMPOSIBLE? ESTE ES EL DESAFIO PARA TITANES QUE ENFRENTAN EN SUS CONVERSACIONES DE PAZ, RECIÉN INICIADAS EN WASHINGTON, EL PRIMER MINISTRO DE ISRAEL, BENJAMIN NETANYAHU Y EL PRESIDENTE DE LA AUTORIDAD PALESTINA, MAHMUD ABBAS (O COMO ES MAS CONOCIDO POR LOS PALESTINOS), ABU MAZEN. Egon Friedler