Muy pocos cuestionarían a Cristina Kirchner por tener una relación normal con la Venezuela de Hugo Chávez. El problema de la presidenta argentina es que se trata de la única relación de absoluta coincidencia que tiene con el mundo y que ese vínculo no es normal. Perseguida por denuncias de corrupción entre funcionarios de ambos países y en medio de crecientes parecidos en los métodos de los dos gobiernos, esa relación atraviesa ahora, también, por un período de increíbles concordancias en las posiciones sobre la política internacional.
