En el marco de las revueltas árabes desencadenadas desde el pasado diciembre son cada vez más los que, desde dentro pero también desde fuera de los países afectados, aluden a Turquía como el modelo buscado por quienes protestan. Salvaguardando a quienes ven en efecto a Turquía como un país del orbe musulmán que ha alcanzado notables niveles de desarrollo, tanto económico como político, que aspira incluso a formar parte de la Unión Europea y que tiene por ello motivos sobrados para constituirse en referencia atractiva, nos concentraremos en otros, islamistas más o menos radicalizados, que hacen una lectura interesada de dicho “modelo”, concentrándose en las políticas ejecutadas por sus correligionarios del Partido para la Justicia y el Desarrollo (AKP, en sus siglas en turco) desde que este accediera al poder, en 2002, y sobre sus proyectos de futuro para el país si renuevan su mandato, y todo indica que lo harán y será ya el tercero, en las elecciones generales previstas para el próximo 12 de junio.
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