Antes de entrar al acto de recordación del Holocausto judío, el presidente uruguayo José Mujica habló brevemente de la muerte de Bin Laden. A la pregunta de un cronista respondió que “ya está gastado eso” y que recibió la noticia con sorpresa. “Se ve que hicieron un trabajo de inteligencia largo. Es positivo pero no sé las consecuencias de todo esto”, comentó.
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De terror
Es cierto, el mundo será mejor sin Osama bin Laden. O al menos debería serlo, porque a decir verdad, el terror parece ir ganando por goleada. Por lo pronto, sus discípulos y émulos, tan insanos como él, andan sueltos, amenazando con lanzar una bomba atómica o lo que sea que tengan, sobre alguna ciudad europea. La idea es descabellada por cuanto Europa es el lugar de residencia de millones de árabes musulmanes, cuya presencia resulta lo suficientemente amenazadora como para que buena parte de la población reviva las desteñidas banderas del nacionalismo xenófobo.
Figura maligna del siglo
Raramente pasa un siglo sin que la humanidad sufra masivamente la presencia de algún personaje maligno. Ocurrió con Hitler en el siglo XX y con una larga lista de otros autócratas genocidas. Osama bin Laden, abatido finalmente por efectivos de Estados Unidos luego de 10 años de búsqueda, es candidato a esa funesta distinción al comienzo del milenio. Apenas iniciado el siglo XXI, se lo responsabilizó por la destrucción de las torres gemelas de Nueva York y ataques al Pentágono y en Pensilvania el 11 de setiembre de 2001, que causaron casi 3.000 muertos y desataron una guerra mundial contra el terrorismo.
Divididos pero multiplicados
La muerte del fundador y líder de Al Qaeda no tendrá un profundo impacto en la lucha contra la organización terrorista y sus aliados. De un lado, Al Qaeda enfrentará un potencial vacío de liderazgo y divisiones internas. Por otro, la organización se ha descentralizado y multiplicado en los 10 años en que Estados Unidos y sus aliados los sacaron de su santuario de Afganistán. La buena noticia, sin embargo, es que Al Qaeda ha sido seriamente debilitada en los meses recientes. De hecho, más significante que la muerte de Bin Laden han sido los movimientos no violentos y pro democráticos que se han desparramado por el mundo árabe. Esto llevó esperanza y dejó percibir que la población quiere una sociedad sin terroristas.